Fatuidad humana
Ricardo Palma
Cuando el rey don Juan de Portugal se vio forzado, en los primeros años del siglo XIX,
a refugiarse en el Brasil, tuvo, pues su majestad fue muy braguetero, por combleza o
manfla, querida o menina, a la más linda mulatica de Río de Janeiro, relaciones
pecaminosas que, a la larga, dieron por fruto un muchacho, lo que nada tiene de
maravilloso, sino de muy natural y corriente. ¡Esos polvos traen esos lodos! Entiendo
que la moza exprimió al rey don Juan, dejándolo con menos jugo que a limón de
fresquería.
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