12 de agosto de 2011

YO DE MAYOR QUIERO SER...

…El editor jefe de una gran editorial. Quiero despreocuparme del gusto de los lectores y centrarme en los beneficios. Quiero que cada obra maravillosa que caiga en mis manos se convierta en un puñado de números sin emoción, en columnas infinitas de “debe” y “haber”. No quiero pensar en términos de calidad, sino de rentabilidad. No quiero emocionarme con lo que podría ser una obra maestra, sino tener orgasmos espontáneos con los ceros que puede sumar ese puñado de páginas a mi cuenta corriente. Nada me gustaría más que mirar un libro y no ver en él una historia bien narrada, unos personajes consistentes, una trama que corte el aliento. No, yo sólo quiero saber cuánto me va a costar, y cuánto voy a ganar a cambio.

No, no es cierto. Ni de broma, en serio. Lo último que querría perder en esta vida es mi amor a los libros. Al fin y al cabo, no es como si estuviera dispuesta a entregar mi corazón a muchas más cosas…

Y, entonces, a qué viene esto, preguntaréis. Pues viene a que por una vez me voy a hacer eco de las protestas de alguien que no soy yo. Voy a recoger el guante, y romper una lanza a favor de los maltratados lectores del otro lado del charco. Y, ojo, que mucho de lo que voy a denunciar, podría ser extrapolable, en mayor o menor medida a la situación en nuestro país.

Los libros ya son caros de por sí. Lo son, para qué vamos a engañarnos. Para ser un país que tiene recogido el libre acceso a la cultura en su Constitución, a ver quién es el guapo que puede pagar lo que vale una simple edición en rústica cuando, como es mi caso, lees más de tres libros a la semana. Y es que a mí me enloquece leer, pero lo de vender mi cuerpo para conseguir un libro poco común, me parece excesivo.

Así que tenemos que pagáis por un libro, digamos, unos veinte euros. Y os vais a casa contentos, porque tampoco ha sido tan caro. Y resulta que ese libro os encanta, y casualmente, es el primero de una saga. Estupendo. Así que ahorráis para cuando se publique el siguiente, mordiéndoos las uñas mientras esperáis. No tendréis que aguardar mucho, porque ya está publicado en inglés y hay una editorial española que ha comprado los derechos de la saga. Poco tiempo después, dependiendo de las ventas y del mercado, y de lo que la editorial tenga ganas de saturar el mismo, tendréis vuestra copia en las manos… Si sois españoles.

Si sois hispanoamericanos —o del rural español, ya puestos—, lo lleváis muy, pero que muy claro… Porque, en algún momento del proceso, la editorial ha decidido que los costes de la distribución en Hispanoamérica no son suficientes para seguir publicando la saga. Pues bien podrían haberlo calculado antes de editar el primero, ¿no? En fin, supongamos que nuestro maltratado lector del otro lado del charco necesita seguir esa saga. Así que, ilusionado, se pone en contacto con la editorial, solicitándoles información sobre cómo conseguir los siguientes libros, ya publicados en España. Y la editorial, muy amable ella, le dice que se los puede enviar por el módico precio de (insértese aquí cantidad similar a la que le cobrarían por un envío a cualquier particular si se dirigiera directamente a Correos) más, por supuesto, el ya escandaloso precio del libro. Y que, en caso de que no esté dispuesto a vender su alma al diablo por un puñetero puñado de papel y tinta, siempre puede acceder a sus e-books.

Y eso casi mejor no mentarlo porque, señores míos directivos de editoriales y demás fauna: ¿me pueden explicar por qué diablos son tan caros los e-books? Si ya no tienen la excusa de los gastos de impresión, ni de distribución, ni de comercialización. Sí, naturalmente, está la edición, la corrección o traducción y los —escasos— derechos que se le pagan al autor, pero eso ya lo habían solventado ustedes con la copia en papel, ¿no? Entonces, ¿cómo es posible que, sin esos gastos que tan generosamente nos repercuten en cada copia física, el precio caiga tan solo unos pocos euros? ¿Dónde nos están timando: en la copia en papel, o en la edición en e-book? ¿O en ambas?

Lo entiendo: es su negocio. Ustedes están ahí para ganar dinero. Lo comprendo, de verdad. Es un objetivo tan noble como cualquier otro. Y sí, el pirateo les perjudica. Y perjudica a sus —pobres y maltratados— autores. Pero, ¿en serio creen que tal y como están las cosas, están dejando otras opciones?

Estamos en tiempos de crisis, señores. Y lo que sirve para divertirse es lo primero que se abandona. Así que, a lo mejor deberían pensar un poco en reducir sus —me voy a ahorrar el adjetivo— beneficios y satisfacer un poco más los deseos de los lectores.

Y a lo mejor, el primero que se gane ese maltratado mercado hispanoamericano, deja de temer los resultados de su cuenta de pérdidas y ganancias.

Y por ahora, lo dejo aquí. Pero volveré cual Terminator, porque, ya que he abierto la Caja de Pandora, estoy dispuesta a seguir, y os aseguro que hay mucho que rascar: traducciones penosas, correctores que no conocen su oficio, autores malviviendo a la espera de cobrar sus derechos o la liquidación de las ventas…

En fin, que en el fondo, casi voy a tener que darle las gracias a las editoriales. Al fin y al cabo, me están sacando del problema de tener que pensar un tema para este artículo durante muchos, muchos viernes.

2 comentarios:

  1. "Para ser un país que tiene recogido el libre acceso a la cultura en su Constitución..."

    Dos cosas:
    1.Una cosa es acceso libre a lo que llaman cultura y otra acceso gratis a la cultura.

    2.Hay un concepto erroneo sobre lo que es cultura.
    Un libro o una pelicula no se consagra como cultura hasta que se asimile como propio de una epoca y un lugar, cuando adquiera un valor identificativo que exprese la idiosincrasia de un pueblo.Yo si escribo un libro no estoy haciendo cultura (bueno en mi caso ni cultura ni nada provechoso). La cultura no se hace , sino que se consagra. Paradojicamente, los libros mas antiguos y digamos que han perdurado a traves del tiempo y han llegado a consagrarse como cultura son los mas baratos.

    Quitando estos detalles, si me parecen caros los libros y las peliculas. Aunque tampoco algo alarmante. Tu problema quiza es que lees demasiado.

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  2. "Tu problema quiza es que lees demasiado".

    Sí, supongo que sí... Asumiendo que haya algo que se pueda clasificar como "demasiado" en esto de leer :) Leer demasiado para mí es como tener "demasiado" dinero. Mi cerebro no concibe que esos dos términos puedan ir juntos...

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