TROYANOS
(1905)
Son nuestras fatigas, las de los infortunados,
son nuestras fatigas como las de los troyanos.
A poco que triunfemos; a poco que orgullosos
nos sintamos, comenzamos ya
a tener ánimo y buenas esperanzas.
Pero siempre ocurre algo y nos detiene.
Aquiles surge en la trinchera ante nosotros
y a grandes voces nos espanta.
Son nuestras fatigas como las de los troyanos.
Pensamos que con arrojo y decisión
vamos a mudar la hostilidad de la fortuna
y nos echamos fuera a pelear.
Mas cuando llega el momento decisivo,
el arrojo y decisión se desvanecen;
se turba nuestra alma y paraliza;
y en derredor corremos de los muros
buscando salvarnos en la huida.
Nuestra derrota es, sin embargo, segura. Arriba,
en las murallas, el treno ya ha empezado.
De nuestros días lloran recuerdos y pasiones.
Con amargura lloran por nosotros Príamo y Hécuba.
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